2009-06-29
O orgulho dos «habaneros» e a face negra do regime cubano
«Juan González Febles
21 de agosto de 2008
LA HABANA, Cuba, agosto -
La lección la recibí de un inspector popular de transporte.
El ómnibus llegaba, la gente se arremolinó para alcanzarlo y le dije, sin ánimo de ofender:
-Ahora, cuando vea al policía en la parada, se detendrá y asunto concluido.
El hombre me miró, muy serio:
-¡Policía no! En todo caso inspector. Policía es otra cosa. Nunca seré policía.
Le pedí disculpas y monté al ómnibus. Me resonaban en el oído sus palabras: ¡Policía no!
Es mucho el rechazo que existe en la capital por los cuerpos armados del Ministerio del Interior.
El rechazo es universal, sólo quedan exceptuados los bomberos, que por cierto, no andan armados.
El vínculo directo o indirecto con esta institución, es asociado por el ciudadano promedio con la delación o con abusos de autoridad. El fin de las acciones violentas en contra del régimen militar privó a esta institución de su razón de existir.En la actualidad el MININT se ha desacreditado. Ya sea en sus vertientes de Policía Nacional Revolucionaria, Seguridad del Estado, o de la investigación criminal, perdieron la aureola que les concedió una mística que siempre tuvo un sustento de barro.
El pueblo de La Habana los rechaza y hace pública ostentación de ello.
Esta se manifiesta en su resistencia a engrosar la PNR. Los policías de la capital son traídos desde las provincias orientales. Pocos, o casi ninguno de los efectivos de la encargados de las tareas de represión ciudadana en La Habana son habaneros de pura cepa.
Fidel Castro, cuando ejercía funciones de presidente, lo reconoció de forma pública. Cuando esto sucedió, me sentí muy orgulloso de ser habanero. La reacción de ese trabajador, que exclamó airado y lacónico, “¡Policía no!”, es representativa del rechazo que en una escala mayor genera la dictadura en el pueblo que la sufre.
Esta crisis de credibilidad se manifiesta en múltiples maneras. Una de ellas es el rechazo a integrar la fuerza policial de la dictadura. Existen otras. El rechazo de las parejas jóvenes a procrear. La huelga no declarada y el rechazo a trabajar para un estado patrón negado a pagar salarios decorosos, cuentan para este recuento.
Por supuesto que hasta dentro de los represores hay gradaciones. El escalón más bajo y vil, entre las huestes represivas del MININT, lo ocupan sin lugar a dudas los guardias de las prisiones, que albergan lo peor de la fauna represiva nacional. Son los más crueles. Como en el episodio bíblico de Sodoma y Gomorra, costará mucho encontrar en dentro del Ministerio del Interior aquellos célebres diez justos que en su momento, le fue imposible hallar a Lot. El personal médico y paramédico del aparece vinculado a todo tipo de abusos y ejercicios deshonestos en la práctica médica: desde abusos psiquiátricos, hasta pruebas de medicamentos y drogas con reclusos, sin contar con el conocimiento ni la aprobación de éstos.
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